Además de disponer de los utensilios adecuados, es conveniente tener nociones de primeros auxilios y sobre todo estar atentos a las posibles reacciones alérgicas
La alimentación de nuestros hijos e hijas es un tema central en nuestra labor como padres y madres. No solo porque es una necesidad básica, sino también porque queremos que tengan una relación sana con la comida, inculcarles hábitos saludables, una dieta sana y equilibrada y además combatir la selectividad alimentaria y cualquier posible desorden o trastorno alimenticio.
No es fácil, pero una vez que comenzamos con la alimentación complementaria, nos surgen dudas.
¿Triturados o BLW (baby led weaning o alimentación guiada por el bebé)?
Según Lucía, mi pediatra, con la que recientemente charlamos en un directo de la mano de Miniland, no hay una respuesta ‘correcta’. Lo importante en este sentido es hacer lo que estemos más cómodos, lo que se adecue a nuestra familia, pero eso sí, con seguridad.
Y esto no solo quiere decir que escojamos una vajilla acorde con esos inicios, o un vaso o jarrita de agua que les permita cierta autonomía a nuestros hijos, o unos cubiertos seguros, sino también que estemos preparados para afrontar un posible atragantamiento o una reacción alérgica. Y para ello es conveniente realizar un curso de primeros auxilios, pero también estar atentos a las señales.
Signos de alarma para detectar una alergia en nuestros hijos
Aquí te dejamos 4 pautas que te ayudarán a identificar y actuar en caso de detectar una alergia en tu pequeño:
- Las primeras veces que nuestro hijo prueba un alimento, ha de hacerlo en un entorno seguro y controlado, para que podamos acudir al centro sanitario más cercano en caso necesario.
- No hacer experimentos si tenemos la sospecha de una posible alergia
- Sacar una foto a la reacción cutánea, porque pasado un tiempo suelen desaparecer y en el centro de salud al profesional le será más difícil poder determinar lo sucedido
- Observar a nuestra hija o hijo: las reacciones alérgicas más comunes suelen ser eritemas alrededor de la boca, ronchas en mejillas, tórax o cuello, párpados o labios inflamados, vómitos, tos e incluso dificultad respiratoria.
“Las reacciones más frecuentes suelen ser leves, pero eso puede ir cambiando”, avisa Lucía.
¿Y estas reacciones alérgicas en niños desaparecen con el tiempo?
Según la pediatra, el pronóstico suele ser “muy bueno, sobre todo en el caso de las intolerancias, de más del 80%. Muchos niños a los 5 años ya toleran esos alimentos y los hay que incluso antes de los 2. Eso sí, un pequeño porcentaje mantiene esta alergia para toda la vida. Y las exposiciones a estos alimentos de adulto pueden llegar a poner en peligro su vida, aunque no es lo más frecuente”, nos advirtió.
Por eso su recomendación pasa por llevar siempre encima la adrenalina autoinyectable si sufrimos de alguna alergia alimenticia.
Hay que tener en cuenta, además, que tanto las alergias alimenticias como las que no lo son tienen un fuerte componente hereditario. “No es que sea seguro que nuestros hijos vayan a padecerla si la tenemos nosotros, pero sí hay más posibilidades de desarrollarla”, explicó la divulgadora en nuestro directo.
¿Y qué pasa con la APLV?
Porque una alergia a, por ejemplo, la proteína de la leche de vaca (APLV), no es lo mismo que una intolerancia.
La primera suele presentar erupciones cutáneas, urticarias, eccemas, vómitos e incluso dificultad respiratoria. “Es un diagnóstico que se hace rápido porque es muy evidente, esta alergia deja rastro, al contrario que la intolerancia a la PLV”, advirtió Lucía, mi pediatra.
En este caso el bebé suele carecer de anticuerpos, por lo no aparece en las analíticas de sangre. Tampoco presenta una erupción cutánea. Lo que sucede es que el bebé puede estar perdiendo peso o teniendo problemas digestivos que en ocasiones se confunde con reflujo. “Aquí podemos ver niños con cólicos, que se arquean, que tienen diarrea e incluso deposiciones con sangre".
"Normalmente hacemos una dieta de exclusión de lácteos por si acaso y luego empezamos con la provocación de estos alimentos, porque aunque un bebé pueda estar siendo alimentado por leche materna, esos alimentos lácteos pueden estar pasando a él a través de la madre”, nos explicó Lucía, mi pediatra.